24-7-2023

Hace más de 12 años, Basque Culinary Center comenzó su andadura como la primera Facultad universitaria de Ciencias Gastronómicas de Europa. Su nacimiento fue posible gracias a la audacia, la creatividad y el trabajo de varias generaciones de chefs vascos que convirtieron nuestro territorio en un referente culinario mundial y que, conscientes de que la complejidad que el fenómeno gastronómico estaba alcanzando requería una formación que estuviese a la altura de sus exigencias y de las oportunidades que sin duda plantearía el futuro, apostaron fuerte por la creación de nuestro centro de la mano de Mondragon Unibertsitatea y las instituciones públicas vascas.

En el tiempo que llevamos en funcionamiento han pasado por BCC más de 5.000 estudiantes de 38 nacionalidades que tras cursar sus estudios con nosotros se han ido incorporando a distintos proyectos o los han desarrollado ellos mismos en diversas partes del mundo, entre otras la nuestra. En la actualidad 212 egresadas y egresados de Basque Culinary Center trabajan en Gipuzkoa ocupando puestos de responsabilidad en áreas que van desde la hospitalidad a la industria alimentaria, pasando por la gestión y los negocios, el sector primario, el turismo o la comunicación. El 20% de ellos son emprendedores. Y si bien estos datos nos llenan de orgullo, tan solo muestran una pequeña parte de una fotografía mucho más amplia, puesto que el papel de una universidad de vocación internacional como la nuestra va mucho más allá de la función, también importante, de aportar personal cualificado a la comunidad en la que está implantada.

El conocimiento surgido de las universidades ha impulsado históricamente el avance de la humanidad, ha contribuido a conquistar nuevos territorios del saber, a confrontar problemas y aportar soluciones en ámbitos muy diversos. En un mundo tan interconectado como este en el que nos encontramos este rol es todavía más relevante y su impacto trasciende más que nunca las fronteras territoriales. La internacionalización de la universidad supone fomentar la colaboración y el establecimiento de redes globales. A través de asociaciones internacionales, programas de intercambio y proyectos conjuntos de investigación, las universidades pueden establecer vínculos sólidos con instituciones de todo el mundo. Todo ello lleva a la movilidad académica y profesional, permitiendo que estudiantes, docentes e investigadores se beneficien de una amplia gama de oportunidades en diferentes partes del planeta. Como centros de educación e investigación, de generación de conocimiento, capaces de exportar sus destrezas de formación y también a los profesionales que estudian en ellas, las universidades contribuyen a la transformación de la sociedad, se convierten en motores de innovación a nivel global y al mismo tiempo refuerzan la imagen de excelencia del territorio en el que están implantadas y su capacidad de atracción de talento. El movimiento, por tanto, se da en dos direcciones que se retroalimentan.

En un contexto como este, la movilidad de los profesionales es un hecho imparable y en nuestro sector, como probablemente en muchos otros, es también una necesidad y un activo. Lo es para nuestros egresados, que ven de este modo enriquecidos su experiencia y su currículum e incrementadas sus posibilidades de desarrollar una carrera a la altura de sus expectativas, pero también para el propio centro, que a través de ellos y de la capacitación intelectual, profesional y humana que se llevan consigo, está ya ejerciendo un impacto a nivel internacional, haciendo avanzar y transformando la gastronomía y vinculándose a proyectos innovadores en distintos países.

La idea de retener el talento en un territorio, además de una quimera, es en mi opinión una receta antigua. Lo que sí podemos hacer es desarrollar estrategias para atraerlo y fidelizarlo. Y también exportarlo, a través de esa labor de “polinización”, como nos gusta denominarla, que gracias al movimiento de nuestros alumni esparce a lo largo y ancho del mapa internacional unos conocimientos y también una filosofía, una cultura, unos valores, una identidad. Todo ello ha ido incrementando a lo largo del tiempo el prestigio y el atractivo de nuestro centro y por tanto de nuestro territorio, del que nuestros estudiantes también se llevan una memoria emocional.

El ámbito de la gastronomía, considerado tal como lo hacemos en Basque Culinary Center, desde una visión de 360°, tiene muchos desafíos por delante, relativos a la crisis climática, la alimentación de una población en constante crecimiento, el impacto de la producción y el consumo de alimentos en el medio ambiente, la salud, a la sostenibilidad ambiental, económica y humana, en definitiva, que también afecta al ámbito de la propia cocina. El futuro es hoy más incierto que nunca y el avance exponencial de las tecnologías hace que cada vez resulte más complicado atisbar qué clase de escenarios nos encontraremos en las próximas décadas. En este contexto, la labor del ecosistema que hemos creado, donde prima la visión de desarrollo económico, territorial y sectorial, que integra un Facultad, un Centro Tecnológico y una entidad de promoción, es tratar de adelantarse a esos escenarios para poder responder a ellos pero también para encontrar nuevas oportunidades y contribuir así al desarrollo económico y social a través del conocimiento, la investigación, la innovación y el emprendimiento.

Esta es precisamente la idea que hay detrás de nuestro proyecto GOe (Gastronomy Open Ecosystem), que se instalará en el corazón de San Sebastián, en colaboración con el Ayuntamiento, la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Departamento de Desarrollo Económico del Gobierno vasco, como un espacio abierto al mundo desde que el que trabajar para dar respuesta a todos esos desafíos y buscar en ellos ventanas hacia el desarrollo de nuevas ideas, nuevas iniciativas, nuevas empresas, nuevos productos y servicios que terminen integrándose en las muy diversas esferas de la gastronomía para seguir transformándola y haciéndola avanzar. Un ecosistema que, una vez más, apuesta por el conocimiento, por la ciencia, por la innovación. Por seguir atrayendo a nuestra ciudad, a nuestra comunidad, a nuestro país a estudiantes, investigadores y emprendedores de todos los rincones del planeta, facilitándoles las herramientas necesarias para que encuentren aquí una tierra fértil en la que sembrar, incubar y desarrollar sus proyectos. Doce años después de la creación de Basque Culinary Center, seguimos apostando fuerte por seguir siendo un referente a nivel global, por afianzarnos en el mapa internacional como un territorio de talento e innovación.

(Una versión de esta columna se publicó el pasado 6 de julio en el Diario Vasco)