Lucía Freitas habla menos y hace más. Por inciertas que sean las cosas, sabe que hay que trabajar en salidas para el negocio, que ser capaces de transformarse. Y que para eso sirve pensar de forma creativa.
Aunque hace una semana reactivó su restaurante Lume, y se prepara para reabrir el próximo 1 de julio A Tafona -con una estrella Michelin en Santiago de Compostela-, Lucía ya venía acelerada desde el principio del confinamiento.
A finales de abril rescató la heladera eléctrica que tenía aparcada. La desempolvó y puso en marcha, sin darle respiro hasta que, después de varias probaturas y experimentos, consiguió armar una carta de helados con todas las de la ley. Combinaciones eclécticas que revientan el paladar y que durante esta cuarentena no ha parado de vender: frambuesa, fresa, vinagre y rosas; sésamo negro y oreo; té matcha y lima kaffir; chocolate especiado picante; leche fresca, kumquat y agua de azahar; manzana asada y melisa, entre otros. “La gente me pide de todos los sabores. Incluso, tengo clientes que se gastan 60 y 70 euros a la semana en helados”.
Y así es como ha gestado su nueva línea de negocio, Baixo Zero, a la que se le augura un futuro prometedor. “Seguramente el año que viene ya tenga una propuesta de local para abrir con este nuevo formato a la venta”, revela. Y sueña en grande: “Mi idea también es crear el día de mañana un negocio para poder vender en otros sitios como Barcelona o Portugal”. De aquí que la llamen embajadora de la cocina gallega en el mundo.
La llegada del Covid-19, al principio, la anuló. “Me pidieron que hiciera alguna colaboración que hablase en redes, pero la verdad es que mis ánimos se vinieron un poco a bajo. Soy una persona muy vital y positiva, pero en ese momento me convertí en todo lo contrario”, confiesa.
Quedarse acomodada no le hacía bien y sentir que sus proveedores la necesitaban para vivir fue el impulso que necesitó para aventurarse a abrir un servicio de Pop-up Delivery, algo que también le ayudó a superar el bache: “Volver a cocinar fue mi medicina”.
Lo arrancó sola con una mano delante y la otra detrás, sin poder contar con ninguno de sus empleados porque estaban en ERTE. A medida que pasaban los días le iban entrando más y más pedidos. “Mi idea inicial era crear una línea de comida sana, pero si algo he aprendido es que a la gente le gusta la comida callejera, informal y calórica”, asegura. Así, tuvo que ajustar la carta un par de veces para que los platos tuvieran sentido.
Fiel a su filosofía de trabajo, en la que se vuelca con la misma intensidad para elaborar una nueva receta, como para abrillantar las copas o cuadrar los números, quiso estar presente durante todo el proceso del delivery, hasta el punto de coger su moto y entregar el pedido al cliente en persona. “Cuando me veían allí, se quedaban sorprendidos”. Un gesto que responde a su capacidad de impresionar, porque si una cosa le gusta es salirse de la norma.
El delivery y los helados no calmaron sus ansias de superación, así que en cuestión de semanas pasó a preparar packs de verano basados en ensaladilla, baguete XXL de calamares y cerveza. “Quise hacerle el guiño al kit de playa para la gente que se iba a pasar el día en barco o a tomar el sol. Disfruto igual preparando una hamburguesa o un bocadillo que un plato del gastronómico”, admite, de quien no es fortuito esperar un desenlace dulce como este, porque en su formación aprendió las mejores técnicas de postres de la mano de Jordi Butrón, Ramón Morató y Angelo Corvitto, y, posteriormente, de Jordi Roca, durante su paso por el Celler de Can Roca.
Justo porque hasta en los pequeños detalles vuelca buenas dosis de creatividad, la bolsa de tela con un dibujo estampado que creó exclusivamente para el kit de playa, pronto se ha convertido en un reclamo real. “Como la gente nos lo pide tanto, ahora lanzaremos una línea de merchandising textil”, avanza.
Fran, el jefe de sala de A Tafona, también artista y diseñador, es quien se encarga de llevar el desarrollo de la marca e imagen de Lucía. Ambos ya se preparan para sacar un producto singular el día del Orgullo Gay y el día de Santiago.Con tesón y constancia, Lucía Freitas no solo se ha convertido en un referente de emprendimiento, sino en una figura dentro del panorama de la vanguardia española. “Yo les digo a los estudiantes que para conseguir algo en la cocina tienen que trabajar muchísimo e intentar sacar lo mejor de ellos.”, comenta. “Que la gente vea que no vas a dejar de intentarlo. Porque hay que seguir abriendo negocios, pero con cabeza”.
Platos de A Tafona y Lume, ambos restaurantes tutelados por Lucía Freitas en Santiago de Compostela.