15-5-2021

Contrariamente a lo que se suele pensar, el emprendimiento no sabe de edades. Nunca es tarde para comenzar. Si prestamos atención, allí donde menos lo imaginamos hay historias aleccionadoras protagonizadas por personas que, más allá de arriesgar, hacen del esfuerzo una lucha sostenida.

En esto pensaba durante una cena reciente, mientras escuchaba a un colaborador de Basque Culinary Center hablar de su carrera: el presidente de Aquanaria, Gustavo Larrazábal, explicaba cómo en tres ocasiones había estado al borde de la quiebra y cómo, curiosamente, el éxito le pilló ya pasada la edad de jubilación. Es decir, fracasó tres veces, y en lugar de dejarlo o de conformarse con al menos haberlo intentado, en las tres situaciones echó mano de recursos personales, volvió a la carga y siguió adelante.

Esta pequeña historia nos dice, por una parte, que se puede recomenzar, que siempre hay tiempo para intentarlo. Por otra, y esto es importante de cara a los jóvenes emprendedores, que no se trata de un camino precisamente fácil. Es necesaria una gran capacidad de resistencia: por mucha ilusión, conocimiento y trabajo que alguien ponga en un proyecto, es posible no salir adelante a la primera… y quizá tampoco a la segunda.

Formarse adecuadamente ayuda. Sobre todo si consideramos que en los últimos treinta años el mundo de la gestión se ha ido haciendo más complejo: se han ampliado las áreas a tener en cuenta a la hora de gestionar y se han desarrollado herramientas que pueden facilitar el trabajo y que es preciso conocer.

Desde el principio de nuestra andadura, sin embargo, detectamos que en nuestro sector no abundaban las competencias que reclama este ámbito a pesar de tratarse de un área cada vez más compleja. Quienes se lanzaban a la aventura de empezar un negocio en el mundo de la gastronomía iban aprendiendo habitualmente de manera empírica, a base de ensayo y error.

Pero en un panorama como el actual, conocer y dominar este terreno de juego es determinante. Formarse en esta área es todavía más necesario si tenemos en cuenta que la gastronomía está ahora mismo en ebullición, está ampliando su espectro y se ha convertido en un sector estratégico con capacidad de atraer inversiones. El mercado de la alimentación mundial es enorme y está en permanente transformación, por lo que constantemente surgen nuevos escenarios que ofrecen oportunidades de innovación y negocio. Las cifras macroeconómicas lo dejan claro: por ejemplo, la estimación de inversiones en startups dedicadas a la tecnología alimentaria en Europa fue de 2.7 billones de euros en 2020 y el incremento de la inversión en compañías dedicadas al desarrollo de proteínas alternativas creció un 178% ese mismo año.

Hace unos días apareció publicada la lista 50 Next, y muchos de los cincuenta jóvenes seleccionados apoyaban sus proyectos en dos pilares cada vez más importantes en nuestra industria, la sostenibilidad y la salud, aportando propuestas de muy diverso signo, desde startups tecnológicas hasta restaurantes que profundizan en el concepto “zero waste”, pasando por soluciones para que la agricultura y la ganadería generen un menor impacto medioambiental o alternativas a la carne basadas en proteínas vegetales.

Para responder a este escenario, creo que es fundamental generar ecosistemas de innovación y emprendimiento que faciliten las cosas a quienes quieran comenzar una aventura empresarial en este sector, con el fin de que puedan, más allá de formarse, encontrar un territorio fértil en el que sus ideas puedan plantarse, crecer y desarrollarse, donde sus proyectos puedan conectarse con los de otros emprendedores y donde puedan recibir el apoyo de programas públicos y fondos de inversión. En definitiva, para que las cosas les resulten un poco más fáciles de lo que probablemente le resultaron a Gustavo. Y en ello estamos, convirtiendo el recorrido de BCC en estos 10 años en oportunidades para catalizar nuevos proyectos que respondan a las expectativas de la sociedad de hoy y contribuyan a dar forma a la alimentación del futuro.