19-10-2023

¿Puede algo tan, en principio, poco glamuroso como las verduras convertirse en foco de interés masivo en las redes sociales?  El chef Christopher Wilson, también conocido como El Brasas, lo ha logrado a través de su canal de Instagram, dedicado exclusivamente a la cocina plant-based, pulsando e interpretando la nueva sensibilidad hacia los vegetales para dar respuesta a la curiosidad y las inquietudes en torno a este tema de toda una legión de followers, lo que habla de una tendencia hacia una forma de comer más consciente y hacia la transformación de los hábitos alimenticios. A comienzos de este año el canal pasó de contar con 8.000 seguidores a 100.000 en tan solo una semana, después de que uno de sus vídeos alcanzase el millón de visualizaciones. Hoy son más de 350.000.  ¿El secreto? Ni él mismo lo sabe, aunque apuesta por una mezcla de honestidad, agilidad, concreción y sencillez. De cualquier modo, lo cierto es que tras más de diez años involucrándose y desarrollando proyectos gastronómicos (de restaurantes a panaderías, de tiendas a experiencias y talleres), este alumno de la segunda promoción de Basque Culinary Center, nacido en Mallorca y criado en Brasil, ha empezado a hacer ruido en la red gracias a contenidos en el fondo nada ruidosos, a base de vegetales y creatividad, donde ofrece de manera fresca, informal y muy directa desde técnicas hasta recetas de muy diversa inspiración y origen, pasando por conocimientos sobre nutrición y todo tipo de tips gastronómicos a través de reels de apenas un minuto que han obtenido la fidelidad de una comunidad que no para de crecer y que también se acerca de este modo a sus cursos online.

¿Por qué decidiste centrar tu Instagram en la cocina plant-based?

Siempre me había interesado la alimentación vegetal, aunque no había sido ni vegetariano ni vegano. Hace unos cuatro años empecé  con este Instagram porque me gustaba el tema de la brasa, la aplicación del fuego en el mundo de las verduras, cómo transformaba los productos y les daba un toque especial. Junto con un compañero de BCC, Omar Escarrá, empezamos a jugar con esto en Instagram, pensando que en algún momento abriríamos un espacio dedicado a este tema y con la idea de crear un poco de comunidad. Pero llegó la pandemia, me fui a Brasil, me involucré en otros proyectos y empecé a replantearme cómo me relacionaba con la alimentación y también cómo hacer que mi trabajo tuviese más impacto beneficioso, más allá de desarrollar mejores platos o de buscar una rentabilidad, lo que estaba muy bien, pero me di cuenta de que cada vez estábamos generando más descartes, en lugar de buscar algo más sostenible. Creía que a través de la alimentación vegetal teníamos el poder de aportar un granito de arena para hacer frente a problemas como el calentamiento global.

Entonces recuperas la idea del canal.

Venía un poco desmotivado del mundo de la gastronomía y esta idea de algún modo me hizo conectar interiormente con lo que me gustaría ser, con algo más filosófico. A partir de ahí me llené de ganas de hacerlo. Y además estaba intentando estar un poco más online, dar un salto más hacia lo digital para poder tener un poco más de libertad. Así retomé la idea inicial de las brasas, pero enfocándolo mucho más que al principio hacia lo vegetal. Y ahora la idea era apuntar hacia la formación, la divulgación, construyendo una comunidad a su alrededor. A principios de este año dimos un nuevo paso, enfocándolo desde esta perspectiva y ha tenido una acogida impresionante.

Efectivamente, a partir de febrero se disparan los seguidores de tu canal. ¿A qué crees que responde este salto? ¿Había una estrategia por detrás?

Sí, junto con mi equipo, aplicamos una estrategia de marketing digital que tiene que ver con mucho de lo que aprendimos en BCC: definir tu público objetivo, qué es lo que traes, qué problema existe que quieres solucionar… Pero se trataba de ser muy sincero respecto a lo que sientes que eres y lo que te gustaría ser y conectarlo con la curiosidad, las necesidades e inquietudes de la gente interesada en el mundo vegetal, sean vegetarianos, veganos u omnívoros. También cambiamos la forma  de hacer los vídeos: al principio eran más inspiracionales y yo no aparecía en ellos. Pero pensamos que era importante que lo hiciese para personificar el contenido que traía, lo que ha supuesto un cambio importante en cuanto a conectar con la gente. Siempre estamos tratando de crear mejores contenidos, pero esto los hace más auténticos y cercanos.

Pero hay un vídeo que lo dispara todo…

Sí hubo un vídeo en concreto, sobre encurtidos, que nos llevó a un millón de views. De los 8.000 seguidores que teníamos hasta entonces pasamos en una semana a 100.000. Supongo que el tema de los encurtidos enlaza con el mundo de las fermentaciones, que hoy está en muy en auge. Pero es muy difícil saber qué es lo que funciona y lo que no. No puedes garantizar que haciendo tal o cual cosa tu vídeo se vaya a viralizar. Simplemente lo haces lo mejor que puedes. Y no se trata solo de viralizar un vídeo, sino de tener muy claro qué es lo que quieres comunicar y que la gente lo entienda, porque muchas veces llegan a tu perfil pero no se quedan, no te van a seguir porque no conectan con lo que estás subiendo y no se unen a esa comunidad. Pero sí, ese fue un momento clave de cambio.

En tus vídeos hay técnicas, recetas, consejos, información nutricional… ¿Cuál crees que es su fuerza en cuanto a fondo y  forma?

Siempre tuve claro que no quería solo comunicar recetas, porque en muchos sentidos son muy limitantes. Me interesa más entender los conceptos, las técnicas y las prácticas que hay por detrás, qué es lo que está pasando en esa receta. De este modo ganas mucha más libertad para adaptarla a tu entorno, a tus condiciones, a tu realidad. Es más empoderante que la gente tenga contacto con la técnica. En cuanto al formato, Instagram es un medio cada vez más ágil, va cada vez más rápido. Tengo la sensación de que lo que produces se olvida y se pierde rápidamente. Antes un video podía durar un minuto, pero ahora quizá son 15 segundos. La gente a lo mejor decide seguir viendo o no tu reel en los dos primeros segundos.

Y comunicar tanta información en tan poco tiempo es muy complicado.

Esto me ha resultado interesante porque yo soy más de alargarme en las explicaciones. Hay todo un proceso de síntesis, de aligerar el contenido y dejarlo bastante fit, porque al final se trata de lanzar tres o cuatro frases en menos de un minuto. Por una parte es positivo, porque das conceptos muy claros y sencillos de manera directa, pero a veces las cosas no terminan de entenderse o las comunicas a medias, como en el caso de un reel que publicamos sobre batch cooking. Era muy directo, pero faltaban cuestiones por explicar porque no había tiempo. Si la gente se queda solo con ese vídeo es difícil llegar a ciertas cosas.

¿Preparas mucho los guiones?

Si lo hacía notaba que perdía mucha naturalidad. Pero al mismo tiempo se trata de encontrar una forma de organizar un poco el contenido para no irme mucho por las ramas. Está muy bien ser espontáneo y creativo, pero cuando dispones de poco tiempo tienes que ir más directo. Cuando dedico más trabajo a investigar la información, procesarla y encontrar la manera más sencilla y directa de comunicarla me es más fácil hacer los vídeos.

¿Cuentas con un equipo o lo haces tú solo?

Somos un equipo de cinco personas. Toda la parte de contenido está a mi cargo. Hay dos amigos más involucrados en el lanzamiento de los cursos y el tema de tráfico y otro a cargo de las ediciones. Mi compañera Júlia se encarga del tema de diseño e imagen y me ayuda mucho a nivel conceptual en cuanto a cómo lo vamos a transmitir. He ido probando muchas cosas y si ves los primeros vídeos se ve una evolución, poco a poco va todo más fluido.

Tu canal de Instagram es también una forma de atraer, como comentas, a la gente hacia vuestros cursos online. ¿Hasta qué punto puedes vivir de esto?

Cuando hicimos este nuevo giro de Instagram, teníamos claro que queríamos apuntar a los infoproductos, el objetivo era impartir formación, dar clase. Personalmente estoy con ello al cien por cien, pero hasta ahora estoy tirando un poco de ahorros. Es como invertir en cualquier otro proyecto: se trata de meter tiempo en esto y mantenerlo lo suficiente como para que en algún momento tenga un retorno de alguna manera. Al fin y al cabo es un trabajo y buscas la forma de rentabilizarlo. Cuando el canal creció, hicimos alguna colaboración con alguna marca y nos estamos planteando hacer más. Pero ese no era el objetivo principal, sino utilizar Instagram como una forma de comunicar y para guiar un poquito hacia el tema de los cursos.

¿Qué tipo de cursos ofrecéis?

Son cursos online que la gente adquiere, alojados en una plataforma que se llama Hotmart. Gran parte del curso está ya grabado y editado para optimizar los cortes y los tiempos y ofrecemos material de apoyo que complementa de forma escrita lo que se trata en las clases. Hay también clases en directo y que son  encuentros online con los alumnos, uno al principio, otro a la mitad y otro al final, donde podemos vernos, interactuar, resolver dudas y personalizar mejor las respuestas. Son encuentros muy ricos en los que gente de distintos países trae sus dudas, sus inquietudes y sus ingredientes. Y también voy mejorando las clases, regrabando ciertos episodios y complementando el curso con otras cosas. Abrimos plazas cada dos meses más o menos. El curso principal se llama “Cocina plant-based con El Brasas – Sabor, equilibrio y creatividad”, donde doy en distintos módulos conocimientos generales de técnicas e ideas relacionadas con la cocina con plantas, creación de bebidas vegetales, potenciadores de sabor, nutrición… Y justo ahora estoy trabajando en otro mucho más sencillo y breve, pensado para que sea más económico (el principal cuesta alrededor de 130 euros) y resuelva una temática muy concreta.

Como usuario de Instagram, ¿qué son las cosas que te gustan y las que no te gustan tanto?

Por más que las redes tengan cosas negativas, lo cierto es que nos han empoderado a la hora de comunicar. Una persona, en cualquier lugar del mundo, tiene una idea, la comunica y puede llegar a millones de personas. Hay que tener cuidado y ser críticos o al menos escépticos como consumidores en el sentido de no creernos todo lo que se pone en redes, y entender que son pequeños fragmentos de información que tenemos que contrastar, complementar y desarrollar con otras fuentes. Por lo demás, se trata de que te guste comunicar y que seas creativo en ello, porque vemos que en las redes las cosas se empiezan a repetir mucho. Cuando una receta se viraliza todo el mundo la hace igual. A veces se sube una receta o se habla de un tema (como el de la guerra ahora mismo) simplemente porque es asunto caliente que se va a viralizar. Pero creo que se trata de ser honesto, creativo y transmitir algo que tenga mucha verdad, que sea auténtico y comunicarlo lo mejor que puedas. Hay gente creando contenidos muy currados que a lo mejor no tienen tanta acogida y a veces es difícil entender el porqué.

Dices que no eras vegetariano ni vegano cuando empezaste con esto. ¿Lo eres ahora?

Llevo un tiempo siendo vegano, pero no me gusta ponerme esa etiqueta. Más allá de la alimentación, hay productos que no controlamos del todo en cuanto a su origen animal, como la ropa o los medicamentos. Pero para mí se trata de intentar ejercer el mínimo impacto negativo en el entorno. Dejar de comer y trabajar con productos animales era dejar de lado un montón de conocimiento que yo tenía, pero también me daba la posibilidad de profundizar en una temática en concreto. Nunca me había planteado ser vegano, pero fue algo que vino de manera muy natural y ahora tiene mucho sentido para mí. Cada día comemos tres veces, tenemos tres oportunidades para decidir si queremos tener más o menos impacto. Parece algo ínfimo, pero tiene mucho poder.