15-5-2025
Sentido del humor, ambiente informal, conversaciones largas y un abanico de temas tan amplio como la propia complejidad de la esfera gastronómica son las señas de identidad del podcast La Picaeta, un proyecto encabezado por Adrián Alcaide y Javier Cirujeda, con la colaboración de Rocío Benito en el apartado de vinos y de Ramón Valverde en La Taberna de Ramón, que va por su cuarta temporada y por el que han desfilado todo tipo de personajes: desde chefs consagrados como Joan Roca, Andoni Luis Aduriz, Martín Berasategi o Pedro Subijana, hasta jóvenes que ya llevan algún tiempo haciendo ruido, como Iris Jordán, Carlos Casillas o Alatz Bilbao, pasando por profesionales de otros mundos, como el director Paco Plaza, los músicos Rozalén y el Niño de Elche o comunicadores como Mikel López Iturriaga o Ana Vega.
El programa tiene ADN valenciano ya desde su propio nombre y por el origen de uno de sus creadores, Adrián Alcaide (incluido en la lista de 100 Jóvenes Talentos de la Gastronomía 2024 de Basque Culinary Center), al que entrevistamos a continuación y quien nos confiesa que cuando empezaron con esto no tenían “ni idea” de lo que era el mundo de la gastronomía (tanto él como Javier provienen del ámbito de la publicidad), más allá de que les gustaba mucho comer, pero que una vez dentro han terminado por “enamorarse” de la enorme diversidad de nuestro país en este campo.
En un mundo de información y entretenimiento en microcápsulas para consumo instantáneo apostáis por el placer de la conversación lenta, lo que da como resultado programas muy largos.
La Picaeta empezó durando 45 minutos. Ahora el más corto dura hora y media y en Youtube tenemos la versión extendida, que puede ser de dos horas y pico. Cuanto más hemos aumentado la duración, más retención ha tenido el programa y más oyentes hemos ido ganando. Además nuestro formato no se consume del tirón la mayoría de las veces, hay gente que lo tiene en el coche y lo va escuchando cada vez que conduce. Es un formato más paciente, más para disfrutarlo… Pero hay momentos para todo y también hemos generado para redes sociales contenido breve. En ese formato se puede hablar de hamburguesas chorreantes y cosas así, pero también alabar los mercados municipales o la alimentación consciente… Claudia Polo, por ejemplo, sabe adaptarse muy bien al formato. Hace vídeos cortos, que es lo que demanda la red social, pero con un ritmo pausado y lento. Es de las creadoras que más me gustan. Pero en el formato podcast la tendencia es hacia que la duración sea cada vez mayor. Al público le gusta y lo demanda muchas veces.
Tanto el tono informal como la duración hacen que podamos descubrir la otra cara de los personajes a los que entrevistáis, que parecen sentirse a sus anchas cuando hablan con vosotros. En ciertos casos incluso cambia por completo la percepción (para bien) que el oyente podía tener previamente de algunos de ellos.
Es algo que nos han comentado bastante a menudo. En el caso de Alberto Chicote nos lo dijeron mucho, porque al escucharle en ese tono, hablando de rugby y de Valladolid, charlando como si estuviésemos en casa, a la gente le cambia por completo la imagen que podía tener de él por la televisión. Ha habido más casos de “este tío me cae mejor después de escucharle dos horas” que de “me cae mucho peor que si hubiera hablado poquito” (risas), lo que de momento no nos ha ocurrido. Pero sí es verdad que este formato da para conocer mucho mejor a las personas, sus otras facetas… Con Paco Plaza terminamos hablando de La isla de las tentaciones un montón de rato (risas). Te da un visión más humana de toda esta gente. La logística ayuda a que se sientan cómodos, porque no vamos con grandes cámaras, llevamos cuatro micros portátiles, dos trípodes pequeñitos y los móviles.
¿De qué manera elegís la agenda de temas que queréis tratar?
Al principio buscábamos un tema y a partir de ahí encontrábamos un perfil que tuviera autoridad para hablar de ese asunto. Ahora estamos en un punto en el que quizá priorizamos más el perfil y desde ahí buscamos la temática. Por ejemplo, nos surgió la oportunidad de entrevistar a Rozalén, que es un alguien alejada de la gastronomía, pero nos pareció muy interesante y además nos gusta abordar este mundo desde fuera del escenario endogámico de los chefs. La entrevista nace en torno a su figura, pero no se trata de una charla sobre música, sino acerca de su relación con la gastronomía. Esto nos permitió acercarnos a Albacete para ver qué podíamos hacer ahí. Y así también hicimos la sección con Rocío, hablando de vinos de La Mancha, y también la de La Taberna de Ramón.
Quedaron atrás los tiempos en los que gastronomía significaba apenas recetas y críticas de restaurantes. El medio ambiente, las condiciones laborales del sector, la agricultura, la caza… son algunas de las cuestiones que habéis tocado.
La gastronomía tiene muchas aristas. Abordamos temas sociales, culturales… Hemos hecho programas con gente del sector primario, como Marcos Garcés, hemos tenido a una veterinaria como María Sánchez… Hablar de restaurantes o de propuestas de restaurantes es algo que actualmente ocupa un porcentaje muy pequeño del podcast. Hablamos a menudo de las condiciones laborales en el sector, de cómo han ido cambiando y de cómo los chefs de siempre se enfrentan a este nuevo escenario, cómo la mayoría nos dicen lo raro que les resulta el cambio de prioridades de los empleados… Porque hoy, cuando todo el mundo recicla o incluso tiene un huerto, el siguiente paso que hay que dar es abordar la sostenibilidad humana. En ambientes de trabajo tan estrictos y exigentes se tiene que cuidar aún más que esos entornos sean sanos.
Por vuestros micrófonos han pasado chefs de distintas generaciones. ¿Qué diferencias habéis encontrado entre ellas?
Se nota que las expectativas de gente como Iris Jordán o Carlos Casillas son diferentes. Son asquerosamente jóvenes y su forma de conciliar, de cuidar a la gente y también a sí mismos y su salud mental es algo que viene de manera intrínseca en ellos. Es como la diferencia entre quien es nativo digital y quien no. Todos los grandes chefs con los que hemos hablado tienen la intención de sumarse a esto, de conocer las nuevas tendencias, las nuevas necesidades de los empleados, pero aún les cuesta o les parece raro que no se echen mil horas en la cocina… Poco a poco los más jóvenes están inculcando todo esto y se nota. Por otra parte, a nivel creativo tienen un punto más abierto, están mucho más implicados con el entorno, con proyectos diferentes… Por ejemplo, buscan bodegas más pequeñitas en lugar de irse a las más grandes. Y también hay un gran sentimiento de unidad entre los jóvenes, crean muchísimas sinergias entre ellos, hay muy buen rollo y muchas ganas de hacer cosas juntos.
También habéis puesto el foco en regiones que hasta hace poco se pasaban por alto en el mapa gastronómico, de la mano de gente como Pedro Sánchez, en Jaén, o Luis Lera, en Zamora.
Son zonas muy olvidadas. Cuando estuvimos hablando con Luis Lera en Castroverde, nos contaba que hasta que no les dieron la estrella verde que nos dieron la estrella verde, allí no había contenedores. Lo que nos sorprende es cómo esta gente está poniendo estos puntos en el mapa y recuperando lo rural, que es algo que nos gusta mucho. De hecho, acabamos de sacar una camiseta junto a Iris Jordán y Ansils que dice “Que vivan los pueblos”. Hemos descubierto con el programa una inmensidad geográfica mucho más grande que la que conocíamos. También hicimos un especial sobre Jaén hace poco, hablando de cómo ha evolucionado a nivel gastronómico. Jaén, Ávila, Anciles, Castroverde… son puntos que a priori no imaginarías que harían un trabajo tan positivo por la gastronomía española. Y es muy interesante que apuesten por volver al pueblo, como Xune Andrade, de Monte, al que también entrevistamos, que tiene el restaurante en San Feliz, una aldea de diez personas a la que volvió después de mucho tiempo en Madrid para recuperar el territorio y sus orígenes. Es bonito que no todo se quede en las grandes ciudades.

Al mismo tiempo que habéis hablado de estas zonas “menos visibles” de la gastronomía, también os ocupáis de grandes eventos como Madrid Fusión. ¿Cómo os lleváis con el oropel de este mundo, con los congresos, los premios, las estrellas…?
No le damos más importancia que la que creemos que debe tener. Hemos retransmitido las galas Michelin, hemos estado en las de Repsol, pero nunca seleccionamos un perfil porque tenga muchas estrellas… De hecho, tenemos nuestros propios premios, las Gildas de Oro, que son una parodia de todo esto, con las que premiamos a gente que ha venido al programa. Los premios y los congresos me gustan en cuanto a que suponen un momento en el que el sector se junta, se crean sinergias, se hace networking, conoces gente… Pero toda esa titulitis después nos da un poco igual. Aunque tengo que decir que esta semana nos han incluido en los 50 podcasts 2025 de Forbes Magazine y no vamos a negar que estamos muy contentos (risas).
También habéis entrevistado a renovadores de la comunicación gastronómica como Mikel López Iturriaga o María Nicolau. ¿Tuvisteis algún referente cuando empezabais?
En realidad, no. Al principio no sabíamos dónde nos metíamos. Es difícil no conocer a El Comidista, aunque no estés en la gastronomía, además yo trabajo en publicidad y había hecho cosas con él anteriormente sin saber que iba a acabar en este mundo. Una vez entrados en él, sí escuchábamos otros podcasts, como el que Cristina Jolonch hacía para La Vanguardia y que para nosotros suponía una inspiración a la hora de entrevistar. Después, poco a poco, te vas relacionando con gente y vas sabiendo a quién leer y escuchar.
Gente como Paco Plaza, Rozalén o Niño de Elche han pasado por La Picaeta. ¿Hasta qué punto es un alivio salirse del mundo estrictamente gastronómico?
Cien por cien. Salir de tu zona habitual es divertido, escuchas nuevas visiones, otras historias… Y notas cómo esta gente habla de gastronomía con una inocencia mayor que el resto y nos lo pasamos muy bien en este tipo de entrevistas. Si tú tienes un perfil profesionalmente gastronómico, quizás cuidas un pelín más lo que dices, igual por miedo al perjuicio, a fallar… Por eso intentamos sacar a personajes externos a este mundo, tanto porque enriquece el programa como porque para nosotros son algo así como áreas de descanso de la gastronomía pura y dura.
Qué es lo que más os molesta del mundo de la gastronomía. ¿Y qué es lo que encontráis más enriquecedor?
Cuando empezamos a descubrir este ámbito todo era más encorsetado, como si comer no fuera para todo el mundo. Comer es disfrutar, la gastronomía es cultura, crea modelos de relación en las ciudades, en cada lugar, y nosotros hemos intentado hacerla accesible a todo el mundo. Aun así, a veces pensamos que nosotros también nos estamos yendo al otro lado, volviéndonos más sesudos, más endogámicos… Pero lo que nos molestaba era esa parte tan encorsetada. Y también veíamos ciertas rencillas entre algunos comunicadores, entre restaurantes… Nosotros siempre hemos intentado que los ambientes que creásemos fuesen super sanos. Y la gente con la que nos relacionamos en este mundo es maravillosa, hemos hecho muy buenas amistades en este proceso, conocido muchos proyectos muy interesantes y a gente con muchas ganas de hacer cosas. Y me tranquiliza mucho saber que si ahora viajo por España en cada puerto tengo a alguien a quien quiero ver, con quien hemos creado una conexión.
¿Hasta qué punto os dedicáis a esto de una manera profesional? ¿O quizá preferiríais que no fuese así?
Capitalizamos el podcast con ciertos patrocinios, pero a día de hoy no es algo de lo que podamos vivir. Nos da cierto miedo apostar por esto al cien por cien, pero si le dedicáramos más tiempo de nuestra jornada laboral podríamos generar más ingresos que nos ayudarían. Pero venimos de familias muy humildes y no nos arriesgamos a no cobrar un mes. No somos nenes ricos que se puedan permitir fallar. Intentamos tener nuestra estabilidad económica y en paralelo hacer esto. ¿Esto a qué nos lleva? A trabajar dieciséis horas al día (risas). Pero sarna con gusto no pica. Hemos tenido propuestas de ciertos patrocinios más extensos, pero nos da miedo perder la libertad editorial que tenemos. Hay una sección en la que hacemos mucho humor político y ya ha habido algún patrocinador que nos ha dicho que nos cortemos un poco con tal o cual cosa. Y también hemos tenido también propuestas de bodegas o de denominaciones de origen, pero podría hacer que Rocío no pudiese hablar del vino que le diese la gana.
Como vosotros mismos preguntaríais: ¿qué cenaste anoche?
No me acuerdo… Ah sí, melón con jamón. Hace poquito compramos un jamón que está delicioso y teníamos un melón que nos estaba mirando con cara de “chicos esto hay que comérselo antes de que se ponga malo”. Una cena fresquita, porque en Valencia hace ya un calor…