La periodista Liliana López nos cuenta cómo comienzan a sentirse los efectos de la pandemia desde Ciudad de México, donde el futuro dista de ser claro y las ideas de cómo sobrevivir al tsunami empiezan a surgir
El domingo pasado el Mercado El 100 tenía menos gente de la que suele haber. Este mercado al aire libre del barrio Roma en la Ciudad de México, lleva ocho años promoviendo la agricultura orgánica y fue raro ver guantes y máscaras, gel antibacterial, los nuevos integrantes cotidianos de estos tiempos de cuarentena mundial.
Ese mismo día, Máximo Bistrot, el exitoso restaurante de Eduardo García que no da abasto con sus reservas, tenía mesas vacías, situación casi imposible no solo por el éxito mantenido del lugar sino también porque es un local pequeño de apenas 50 comensales. Vi a todo el personal de servicio del restaurante frotándose las manos con frecuencia con gel antibacterial, el enemigo de este pequeño diablo. Lalo desde su cocina me comentó que estaba preocupado pues ante todo anhela que le alcance para pagar la nómina y el alquiler. Si bien la pandemia no ha llegado a cifras alarmantes en este país, se sabe que lo que viene puede ser parecido a lo que están viviendo países como Italia, Francia o España y la pregunta debatible es: ¿por qué el gobierno mexicano no ha actuado con mayor celeridad extremando medidas? La política pública en México hasta el momento se basa en que no hay que adelantarse a los hechos. La jefe de estado Claudia Sheinbaum hablaba a través de su cuenta de twitter en un video refiriéndose a un slogan recurrente: “todo a su tiempo”. Aclaraba que con el ánimo de minimizar los impactos sociales y económicos, no podían agotar a la población a una cuarentena adelantada cuando aún no era necesaria.
El mundo, sin embargo, grita por todas partes y en mayúsculas que se necesita más prevención y no reacción, adelantarse a lo que pueda ocurrir para no colapsar el sistema de salud pero en la república mexicana los mandatarios parecieran tomar la urgencia de otra manera. Nos están hablando desde el futuro, desde el primer mundo con todas sus ventajas y el panorama es complicado. Y aunque ni la calma ni el pánico son extremos deseables, hay que actuar con responsabilidad.
La jefe de gobierno se reunió con la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes para encontrar acciones para este periodo de epidemia pero por el momento no se piensa cerrar restaurantes, aunque la oferta esté disminuida de una manera orgánica.
Quizá uno de los primeros grupos restauranteros que haya anunciado su cierre fue el grupo Pangea de Monterrey con 10 restaurantes, no por reglas gubernamentales sino por la convicción de que hay que sumarse a las acciones de contención del virus. De ahí hasta hoy jueves, todo ha sido como un juego de fichas de dominó. Otro gran grupo restaurantero como Sonora Grill con 35 sucursales notificó que cerraría este viernes 20 de marzo. Varios independientes se han sumado entre ellos Quintonil, Masala y Maíz, Eloise, Loretta, Contramar, Carmela y Sal, Niddo, Máximo Bistrot, Havre 77, La Docena, Loup Wine Bar, Ellys, Lorea, entre muchos otros.
Soluciones que se han planteado es preparar comida para take away como lo está ofreciendo Quintonil en estos momentos y varios han optado por la modalidad domicilio. Al pedir delivery, se está apoyando a los comercios pero también a los pequeños productores que los surten.
Los que todavía no cierran han expresado que han aumentado las reglamentaciones sanitarias siguiendo los lineamientos de la OMS y que han limitado el aforo para que haya una distancia entre los comensales.
Desde Culinaria Mexicana, la empresa editorial de Claudio Poblete, se lanzó la iniciativa Salvemos Restaurantes que promueve la compra de un bono gastronómico al restaurante, bar o hotel de su preferencia: una ayuda anticipada de 500 o 1000 pesos mexicanos, los cuales servirán para hacer un recopilado para los trabajadores y así evitar el cierre definitivo de muchos lugares que están viendo una oscuridad abismal. Después de que pase la emergencia, el restaurante redimirá de alguna manera esta ayuda prestada con antelación.
El mundo de la restauración es uno de los rubros más afectados a nivel mundial debido a este virus que entró lejano desde Oriente y que ahora en estampida, ha tocado las puertas de todos. Creatividad, reinvención, recursividad serán palabras que estén navegando por estas aguas turbias para tratar de salir a flote.
Esta guerra contra la humanidad ha puesto en balanza todo y a todos. De este sacudón, después de tanta desgracia tendrá que salir algo bueno. Si los gobiernos no actúan, no nos queda de otra que la acción ciudadana y la lucha colectiva.
Liliana López. Periodista colombiana arraigada en México. Otrora jefa de redacción de revistas como Food & Wine Español o Cocina Semana, hoy escribe para medios en todas las fronteras como freelance.