12-6-2025

Hablar de tecnología punta e inteligencia artificial en el entorno más natural puede parecer una contradicción de términos e incluso una especie de adulteración de las esencias del mundo rural, pero el hecho es que el futuro de las pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas depende en buena medida de la introducción de aparatos y aplicaciones que lleven estas actividades al siglo XXI y las alejen de las condiciones prácticamente medievales en las que solían practicarse, aportando a quienes deciden quedarse o regresar al agro unos niveles tanto de calidad de vida como de productividad y rentabilidad mucho más elevados que aquellos de los que disfrutaban (o más bien sufrían) sus antepasados.

Hoy en día distintos gadgets están transformado ya la gestión de recursos y la optimización de la producción, facilitando la vida a quienes practican estas actividades: drones agrícolas y ganaderos que monitorizan cultivos y animales desde el aire, sensores de suelo que proporcionan datos en tiempo real sobre humedad y nutrientes, robots de recolección que automatizan la cosecha de frutas, sistemas de optimización del riego en explotaciones ecológicas a través de IoT, IA, machine learning y análisis geoespacial… Incluso “smartwatches” para vacas.

Así es como define Elio López el dispositivo que ha desarrollado su empresa, Innogando, de la que es creador y CEO y dedicada a desarrollar soluciones tecnológicas para mejorar la calidad de vida de los ganaderos y la rentabilidad de las ganaderías, haciendo hincapié también en el bienestar animal y la mejora de la reputación del sector. Se llama Rumi y consiste en un collar equipado con GPS y sensores que recopila datos sobre la actividad, la rumia y la localización de los animales que el ganadero o ganadera recibe en su móvil en tiempo real. La herramienta permite conocer su ubicación exacta, detectar cambios en su comportamiento y enviar alertas sobre celos, partos y posibles enfermedades, y de este modo tomar decisiones basadas en un conocimiento preciso de la realidad.

“El nuestro es uno de los sectores que quizás más necesitaba estas tecnologías y que más tarde las está incorporando, pero creo que lo está haciendo de forma muy activa -explica López- Nosotros ayudamos principalmente aportando información acerca de cómo están los animales para que tú no tengas que ir a verlos. Nuestra tecnología te da la tranquilidad de que si lo miras en el móvil no tienes que ir al monte a buscarlos”. Esto supone un cambio significativo en la gestión ganadera, ya que reduce la necesidad de supervisión constante y permite a los productores dedicarse a otras tareas.

López subraya que lo que este tipo de tecnologías aporta es un acercamiento a lo que podría ser una vida más “normal”, en la que no haya que estar las veinticuatro horas con la mente secuestrada por lo que pueda o no ocurrir en el campo. En una palabra: tranquilidad. Y plantea un caso real: “Sales un sábado con tu familia, pero estás pendiente de que un animal va a parir, así que no vas a disfrutar de ese día, vas a estar pensando constantemente en volver para ver si todo ha ido bien, porque vives de eso. Y los animales siempre hacen las cosas cuando es menos oportuno, se ponen de parto o enferman cuando no hay nadie… Nuestra aplicación te permite saber si todo está yendo bien, y en el caso de que no sea así, que puedas llegar y solucionarlo”.

El collar inteligente Rumi

Modernizarse o desaparecer

Este tipo de dispositivos es especialmente importante para las ganaderías de extensivo, las de animales que están en el monte, en las que habitualmente no se da una recogida diaria de datos de lo que está ocurriendo. Elio apunta a que, debido a esto, hay muchas explotaciones que están cerrando, de tal modo que solo sobreviven las grandes, las más profesionalizadas, las que tienen un acceso a más herramientas, a robotización y tecnologías asociadas. “Las que no se modernizan no tienen relevo. Hoy en día muchas granjas de este tipo no saben lo productivos que son sus animales, no saben cuántas veces están pariendo… Hasta hace poco las decisiones se tomaban de forma pasional, por la querencia hacia un animal, por aquello de “es que este me gusta mucho”, lo que hace que baje mucho la productividad de una ganadería. Con esta tecnología todo es mucho más preciso, sabemos cuándo se quedan preñadas, las veces que un toro las está montando, para saber si es fértil o no…”.

¿Y hasta qué punto la gente que trabaja en el mundo rural está siendo receptiva a este tipo de tecnologías? “Al principio suelen ser escépticos -reconoce Elio López-. Llevan haciendo este trabajo toda su vida de una determinada forma e introducir cambios genera al principio una desconfianza. Pero también hemos visto que el boca a oreja funciona muy bien. El primero que se lanza a probar la tecnología cuenta al resto su experiencia y los demás se animan a incorporarla. Y ese primero se convierte también en “mentor” o profesor de los demás, porque estos sistemas también requieren un poco de aprendizaje. Pero en general están apostando mucho por ellos”.

Elio López

Las necesidades de las nuevas generaciones

Uno de los desafíos más importantes que afronta el sector agropecuario es la falta de relevo generacional. Según se apunta desde SOS Rural, la edad media de los agricultores supera los 60 años, más de la mitad de ellos tiene más de 65 y casi el 70% es mayor de 56.  Durante su intervención en la presentación de la nueva generación Impulso Agro, iniciativa lanzada por Basque Culinary Center junto a AgroBank que reconoce a 40 profesionales menores de 40 años que están liderando el cambio en el sector agroalimentario , Elio López afirmó que uno de sus mejores clientes tiene 87 años, pero admitió que la mayoría está por debajo de los 40, precisamente las edades que no suelen quedarse en el campo. “Si queremos que la gente joven se quede en este sector, las cosas tienen que cambiar respecto a lo que había anteriormente. La tecnología y la inteligencia artificial vienen para mejorar la productividad y demás, pero lo que la gente más valora en este sector es la mejora de la calidad de vida. Quizá en otros sectores esa mejora es más discutible, pero en el sector primario no había nada y ese cambio se valora mucho”.

En todos los ámbitos laborales (como el de la hostelería, que lo ejemplifica de manera clara) se está notando un cambio importante en las demandas de los nuevos aspirantes a conseguir un empleo, y el de la agricultura y la ganadería no iba a ser una excepción. “Los jóvenes queremos vivir de forma diferente a como lo hacía mi padre, que sigue trabajando en la granja y para quien no existe nada más -comenta López-. A lo sumo se fue de vacaciones una o dos veces en su vida, y solo tres o cuatro días, y no es lo que queremos los jóvenes. Queremos ganar dinero, pero también una calidad de vida decente. Todo esto se resuelve si tu negocio es rentable, porque si lo es, puedes tener más mano de obra y plantearte invertir en estas tecnologías, en un sector donde los márgenes son muy bajos. Pero si no da dinero, es difícil seguir”.

Para ello es imprescindible que el valor y el precio que los trabajadores del campo reciben por sus productos vayan de la mano, un objetivo en el que la comunicación resulta imprescindible de cara a que el consumidor conozca y aprecie en su justa medida aquellas explotaciones que se preocupan por el entorno, el bienestar de sus animales y en definitiva la calidad del género que llevan al mercado. Algo que, según apunta Elio López, también beneficia a la percepción que los propios productores tienen de su labor: “Muchas veces los cocineros, y especialmente los de la alta gastronomía, valoran más el trabajo del campo que nosotros mismos, que somos los que estamos aquí. Quizá es que somos humildes o que no llegamos a valorar del todo lo que hacemos. Hasta ahora no fue tan fácil decir “soy ganadero” o “soy agricultora” y hoy vemos que la gente empieza a decirlo con firmeza, seguridad y orgullo”.