27-3-2024
Los productos agrícolas ecológicos proponen, sobre todo, un compromiso con el planeta. Más allá de modas y tendencias, o de la declaración de estatus y estilo de vida que se les adjudica, responden a una seria conciencia ante los desafíos medioambientales a los que nos enfrentamos. Sin embargo, conviene aclarar que la certificación ecológica deja fuera de su ámbito cuestiones que también impactan en el entorno, como son la utilización de plásticos en los envases o la huella de carbono resultante del transporte de mercancías, puesto que tan solo reconoce las prácticas respetuosas que se dan en la producción de alimentos en el campo, por lo que, finalmente, la elección de productos de proximidad cultivados de manera ecológica se antoja como la más sostenible. Abordamos esta cuestión con la ayuda de Leire Etxaide, responsable de la Huerta Escuela de Basque Culinary Center y ella misma agricultora ecológica.
¿Qué son los productos ecológicos?
Son aquellos que están certificados como tales según la normativa europea RE-848/2018 sobre producción ecológica y etiquetado. Entre otras cuestiones, este reglamento prohíbe la utilización de fertilizantes sintéticos (tan solo se emplean abonos de origen animal o vegetal), plaguicidas y herbicidas, y también la de transgénicos. Asimismo, deben estar siempre cultivados en tierra. Por lo tanto, los cultivos realizados en medios inertes, como los hidropónicos, no pueden ser etiquetados como ecológicos. La normativa europea establece unos mínimos que los estados miembros deben cumplir. En el caso de que alguno de ellos quiera adaptarla a su territorio, deberá ser más restrictivo y no menos. En España, cada comunidad autónoma cuenta con un comité regulador que otorga los certificados y controla los productos. En el País Vasco, por ejemplo, el organismo encargado de esta función es Ekolurra.
¿Son más saludables?
Aunque suele decirse que las frutas y verduras no ecológicas son menos saludables porque utilizan químicos en el campo, lo cierto es que todos los fertilizantes y pesticidas que se emplean en la agricultura convencional están permitidos porque las dosis que se aplican son inocuas y por tanto no resultan nocivos para nuestra salud. Además, tampoco puede afirmarse que los productos ecológicos tengan más ni menos vitaminas o nutrientes que los convencionales. En el caso de que algún índice a este respecto sea más o menos elevado, no resulta significativo para nuestra salud.
¿Son mejores para el medio ambiente?
La agricultura ecológica no pone en el centro la productividad, sino el equilibrio del ecosistema. Cualquier actividad que manipule el suelo para obtener vegetales tiene un impacto, pero la huella de los cultivos ecológicos es mucho menor por no utilizar fertilizantes ni pesticidas sintéticos, que aunque no van a dejar trazas en los alimentos, sí lo van a hacer en los suelos, en los acuíferos, en el aire y en las propias personas que los tengan que manipular en el campo. Además, una agricultura que considera el suelo simplemente como una “fábrica de vegetales”, que no tiene en cuenta las rotaciones y cultiva siempre lo mismo en él, que no respeta sus ritmos de regeneración y por tanto utiliza químicos para fomentar de forma artificial su fertilidad termina por empobrecerlo, por hacer que pierda estructura, se erosione y se debilite, con el peligro de que pueda llegar a un punto de no retorno. En el otro extremo, prácticas ecológicas como la agricultura biodinámica, la permacultura o la agricultura regenerativa ponen la salud del suelo en el centro de su ejercicio.
¿Son más sabrosos?
El sabor depende de distintos factores. Uno de ellos es la variedad de cada planta. Un tomate Jack ecológico no va a ser más sabroso que un tomate Igeldo no ecológico, puesto que esta última variedad es más sabrosa per se. También hay que tener en cuenta el momento en el que ese tomate ha sido recogido, cuánto tiempo ha transcurrido entre la recolección y el consumo o cuántos días ha pasado en un frigorífico tras ese momento. Siguiendo con el ejemplo anterior, un tomate Igeldo que se recoge tras haber madurado al sol y que se vende al día siguiente en un mercado local será más sabroso que ese mismo tomate recogido cuando todavía está verde y que haya viajado durante días en una cámara con atmósfera controlada, sin importar cuál de ellos sea ecológico y cuál no lo sea.
¿Un mango cultivado en Perú y vendido en España puede ser ecológico?
Sí. La normativa no dice nada en lo que respecta a la distancia entre el lugar de producción y el de venta y se centra exclusivamente en las prácticas que se llevan a cabo en el campo, como tampoco dice nada respecto a que estén o no envasados en plástico. A partir de ahí, da igual que el producto haya llegado en burro desde el pueblo de al lado o en avión desde Australia. Aquí debemos pensar en qué es lo que nos preocupa como consumidores: si es la huella de carbono que deja la distribución de alimentos producidos en otros países o la utilización de plásticos, el sello ecológico no nos va a servir para nada y quizá sea preferible acercarse a un mercado local a comprar directamente a un productor, ecológico o no. Si lo que nos preocupa es que no se hayan utilizado fertilizantes ni pesticidas sintéticos en el campo, el producto ecológico será la elección adecuada. Lo ideal sería adquirir productos ecológicos de proximidad, si es posible directamente al agricultor.
¿Hay algún químico permitido dentro de la agricultura ecológica?
Algunos fitosanitarios químicos, como el ferramol (que se emplea para eliminar caracoles y babosas en los cultivos) o el sulfato de cobre (que se encuentra, por ejemplo, en el llamado caldo bordelés, antifúngico sin el que resulta muy complicado cultivar tomates en estas latitudes) están permitidos en ciertas dosis, en función del tamaño que tenga la huerta en cuestión. Para poder emplearlos es preciso obtener el carnet de manipulador de fitosanitarios, tras hacer un cursillo y pasar un examen. Cada compra de estos productos queda registrada para que posteriormente los inspectores del sello ecológico puedan comprobar (chequeando el cuaderno de explotación que los agricultores están obligados a llevar y las existencias de producto que conservan) que no se ha utilizado más de lo permitido. En el caso de que esto se incumpla o de que en los análisis aparezcan trazas de productos prohibidos, se le podría retirar toda la cosecha o impedir que se venda bajo el sello ecológico.
¿De qué productos se sirve la agricultura ecológica en lugar de los pesticidas sintéticos?
Alternativas como el jabón de potasa o el aceite de neem, que son insecticidas naturales, se emplean para combatir diversas plagas. También suelen utilizarse bacterias antifúngicas del género bacillus, que resultan eficaces en el tratamiento de problemas como botritis, oídio o roya y también promueven el crecimiento vegetal.