5-1-2025

¿Qué tienen en común directores tan dispares como Ari Aster, Dennis Villeneuve y Yorgos Lanthimos? Pues que además de ser tres de los más personales e interesantes realizadores del cine contemporáneo, todos ellos han contado en su equipo con la graduada de Basque Culinary Center Zoe Hegedus en funciones de food stylist o estilista gastronómica, es decir, la persona encargada de diseñar la comida que aparece en pantalla y supervisar su aspecto.

Zoe cuenta que siempre quiso dedicarse a algo que estuviese en la intersección entre arte y cocina, pero su llegada al mundo del cine tuvo un punto casual. Tras formarse en BCC, cursó un máster en food design en Italia y posteriormente trabajó realizando eventos con una empresa creativa de cátering en uno de los cuales resultó estar el diseñador de producción de la que iba a convertirse, tras Hereditary, en el segundo largometraje (también de terror) del director Ari Aster, Midsommar. “Era un evento sobre diseño de mesa, emplatados… Me lo presentaron, le expliqué nuestro trabajo, me contó el proyecto y finalmente me llamaron para la película”.

Aunque confiesa que el cine de terror no es exactamente lo suyo, en su primera experiencia en el cine se puso a las órdenes de uno de los maestros contemporáneos del género, Ari Aster, dentro de una película en el que la comida tenía que contribuir a esa inquietante atmósfera de corte neohippie que caracteriza a la “secta” que protagoniza el film. ¿Y qué debería comer esta secta?

“La idea era que consumiesen productos locales, aquello que pudiesen obtener de su entorno. Pensé que los platos tenían que reflejar simplicidad, cercanía, naturaleza. Tenían que ser, de alguna manera, rústicos, orgánicos”.

Al mismo tiempo, la comida tiene ciertos efectos en los personajes que también había que tener en cuenta, además de que su estética debía contribuir también al “mal rollo” que la película debía provocar en el espectador. “Yo no quería que lo que comiesen fuese horroroso, pero evidentemente, si utilizas cabezas de animales, o juntas algunas de sus partes de un modo que no estás acostumbrado, no es lo más apetecible y de alguna manera fue como crear algo inquietante”.

Midsommar transcurre fundamentalmente en exteriores, por lo que los alimentos que se consumen en los grandes banquetes durante el film están expuestos a los elementos. Zoe trabaja con una pequeña cocina a pie de set y cuenta con diferentes platos para sacarlos cuando haga falta y retocar aquello que vaya a salir en pantalla cuando sea necesario.

“Lo que hago más frecuentemente es retocar el plato para que luzca bien en cámara. A veces uso aceites y glaseados para el brillo. Aunque es difícil, por los muchos imprevistos que hay en un rodaje, también trato de servirlos siempre calientes. Evidentemente, lo que comen los actores es real, pero si hay algo que va a estar ahí fuera un día entero y nadie lo va a comer también empleo ingredientes que no son comestibles más resistentes y que hagan que, por ejemplo, una gelatina se mantenga durante diez horas”.

Pobres criaturas

Documentación y alergias

También debe tener en cuenta los requerimientos de los propios actores, sus alergias o preferencias gastronómicas. “En la última película que he hecho tuve que crear una langosta vegana porque el actor tenía alergia al marisco. Y en el caso de Poor Things, por ejemplo, tuvo que preparar unas ostras veganas”.

En este último caso, el impactante grand guignol de época que monta Yorgos Lanthimos también requería que la comida fuese acorde con el tono del film. “Era una mezcla de grotesco y surrealista que me inspiró mucho, pero también tenía algo de historia, así que investigué la historia de lo que había en esta etapa y traté de hacerlo  más surrealista y grotesco. La fase de documentación es muy importante porque sin un buen estudio es imposible lograr la autenticidad que estas películas necesitan”.

En otro de sus trabajos más importantes, para la secuela de Dune, de Dennis Villeneuve, no había referencias a las que agarrarse, puesto que se trata de un film de pura ciencia ficción. “Me daban algunas directrices, ideas acerca de utilizar ciertos colores o texturas extrañas, simular algo así como frutas, pero que fuesen tan jugosas para que el actor no se manchase. Aunque puede resultar estresante a veces, porque hay muchos caminos posibles, me encanta inventar y hacer pruebas con las texturas. Todo ello lo tengo que presentar antes del rodaje”.

House of Spoils, una de las últimas películas en la que ha colaborado, le tocaba más de cerca porque en este caso la comida está en el centro de la historia, que es la de una chef que abandona el restaurante en el que trabaja para abrir su propio establecimiento… y todo lo que puede ir mal, va mal. “Estuve casi todos los días ahí durante dos o tres meses y me lo tomé como algo muy personal, como si fuera mi propio restaurante el que ella estaba abriendo. Tenía mucho espacio para jugar y presentar los diferentes tipos de restaurantes que existen”

Aunque habitualmente trabaja directamente con los diseñadores de producción de cada película, también debe tratar en ocasiones con estos grandes nombres del cine actual y ser testigo de su forma de dirigir. Zoe comenta que son todos “de alguna manera genios y es increíble verlos trabajar cada día. Todas ellas fueron experiencias diferente e increíbles”.

Si bien todavía no puede desvelar en qué otros proyectos de cine y televisión va a involucrarse en el futuro, Zoe quiere continuar su carrera por estos derroteros, algo que nunca pensó durante su época de estudiante en BCC: “Sabía que quería trabajar en algo creativo donde arte y comida se encontrasen y que no quería pasar mucho tiempo en un restaurante, aunque me gusta la cocina y suelo hacer eventos y trabajo como chef privada, pero no me imaginaba que trabajaría en películas. Los procesos son bastante creativos y generalmente les gusta lo que hago, así que estoy motivada a seguir haciendo este trabajo”.